3 de diciembre de 2010

Recuerdos

Después de tantos días en Londres, la vida se había tornado un poco aburrida. Nada me retenía ahí. Siempre pude huir así como lo hice de tantos lugares. Pero no lo hice.

El día que llegué, cansado y melancólico, creí escuchar su voz. Al día siguiente no hizo falta mucho tiempo para comprobarlo. Cuando salí, la vi. Era ella.

Hasta ahora lo entiendo, cuando decidí viajar a Inglaterra, vine en busca de ella. Jamás creí que fuera tan fácil, aunque quizá, ella ya me esperaba.

Salí a conocer la ciudad. A buscar algún empleo o algo así. El dinero no me preocupaba, así que solo me dediqué a vagar. Pasando cerca de un parque, volví a escuchar su voz. Era ella. Algunos años llevaba viviendo por aquí. Tenía un excelente acento inglés. Se escuchaba tan hermosa su voz, aun podía recordar las veces que me decía que me quería.

Aún recuerdo todo lo que pasamos juntos. Algunas veces huyo conmigo de tantos lugares curiosos. Hasta que un día huyo sin mí. La última vez que hable con ella, me confeso que se iba a Inglaterra. Quedamos de vernos para año nuevo. Ella se fue antes de navidad. Y la vida siguió, con un poco de sentido. Volví a huir, escapando de su recuerdo. Y así un día la olvide.

Aunque realmente nunca lo hice. Seguí caminando hasta toparme con ella, casi de manera accidental. Me miró. La miré. Sonreí. Me ignoró. Se fue. Me senté a recordar. Creo que derramé una lagrima, y después la olvidé.

Mi primera desventura en estas tierras curiosas. Perdí lo que estaba buscando. Pero ahora estaba libre. Libre de su recuerdo. Ya no tenía que huir, y por primera vez, me sentí como en mi barrio. Seguro. Decidido de quedarme en Londres, de vivir en ese hotel, y cada noche, escuchar la voz de un recuerdo fracasado, y dormir arrullado con sus cantos y su hermoso acento. Y soñar... con los tiempos que pasamos juntos, con las cosas que compartimos y que decidió olvidar cuando me abandono por un sueño que jamás cumplió. Y despertar con su recuerdo a mi lado, no junto a mi cama, sino tras la pared. Y seguir soñando, y recordando lo que alguna vez fue, lo que nunca será, las palabras que nunca nos dijimos, las cosas que se quedaron en el armario, y las que se quedaron en el corazón.

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